Por lo que he podido comprobar estas últimas semanas, no he sido la única con ganas de que este año terminara. He de reconocer que no lo he llevado tan mal porque no me gusta regocijarme cuando surge un contratiempo. Soy más bien positiva y me gusta pensar en lo bueno y no estancarme cuando aparecen los problemas. No sirve de nada. Entre esto y mi memoria selectiva, es mi estupendo método para seguir mirando hacia adelante día a día. Así han pasado los días y las semanas de estos doce meses un tanto fuleros en general. Y así es como hoy, segundo día del año nuevo le puedo decir al pasado: te fuiste por donde viniste y tampoco es que te vaya a echar mucho de menos.
Se podría decir que lo he dejado pasar sin ansia porque pasara. Que me alegro haber pasado por él con sus cosas buenas y no tan buenas porque estas últimas me han enseñado mucho no, muchísimo. No os podéis imaginar las lecciones tan buenas que me ha dado. Esas que en el momento duelen tanto, pero a la larga te hacen sabio y fuerte. También me alegro de haber tenido en mi vida a algunas personas. Hablo en pasado porque igual que llegaron se fueron. Me lo tomo como que cumplieron su función y cada uno siguió su camino. Otras en cambio entraron pisando fuerte, sorprendiendo, amando y han llegado para quedarse. Personas que me han escuchado durante horas, nos hemos reído, llorado y con las que dándole a la tecla hemos creado un universo paralelo.
Una vez me contaron que en el Tibet cuando algo les da mal rollo dan una palmada en el aire para dejarlo pasar. Las palmadas pueden simbolizar la alegría, la celebración y es así como deberían tomarse las cosas menos buenas y más cuando han pasado, así como este año que acabamos de dejar atrás. Si estabais esperando a que este fuera un post de propósitos, ya habéis visto que no. Como otros años os diré que no me gustan los propósitos a principio de temporada. Siempre he pensado que hay que tenerlos todos los días porque cuando algo te condiciona, en este caso el tiempo, uno se agobia y fracasa en el intento. Lo único que sí me he propuesto y no por fecha sino porque pienso que estaré más disponible para ello, es apuntarme a la autoescuela de nuevo, esta vez para sacarme el carné de moto porque quiero llevar una Harley. No sé si lo conseguiré pero tengo que intentarlo y este va ser el año.
Lo que realmente quiero no es para mí, es para que cambie un poco el mundo en general. Para que todos cambiemos algo y podamos hacer más felices a los demás. Detalles que se dan sin dinero y para los que ni siquiera hace falta salud. Algunos principios y valores que simplemente con tenerlos presentes en nuestro día a día se evitarían tantos males mayores. Ese efecto mariposa se podría parar si:
– todos fuéramos un poco más tolerantes con lo que no nos gusta demasiado. No es cuestión de mirar hacia otro lado, es cuestión de aceptar.
– si evitáramos juzgar cuando otro hace algo que no es de nuestro agrado. Cada uno y sus circunstancias. El respeto es la clave.
– si fuéramos más valientes en momentos decisivos. Ese algo que nos frena y no nos deja avanzar lo hace también con los que tenemos cerca. Ser valiente no es estar loco. Las cosas se pueden hacer con cabeza y la recompensa es la felicidad que se consigue cuando todo vuelve a la calma.
Más que propósitos vamos a organizar cambios. Esos movimientos que necesitamos para estar mejor. Sin fechas, sin rutinas, sin esfuerzo. Simplemente con ganas y trabajando en ello cada día. Es la mejor forma de avanzar sin fracasar. Acompaño este post con unas imágenes que he seleccionado de mi viaje a Lisboa porque cada año no es más que eso, un nuevo viaje.
Esto es lo que quiero para todos este 2019.
Feliz Año
Te fuiste por donde viniste
Fotografía My Leitmotiv
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